En la ciudad del Alto, La Paz, Bolivia, vive Berta a unos 4.200 metros sobre el nivel del mar. Berta confecciona papel de totora, totalmente artesanal y con muy pocas herramientas.
En Junio del 2009 le ofrecí a Berta construir un horno solar con los elementos que ella ya poseía en su casa. El desafío fue construirlo sin comprar. Berta cocina la totora para hacer el papel, por lo que necesita consumir mucho gas.
El primer paso fue desarmar enteramente el tilín (como le llaman en Bolivia a los juegos electrónicos).
Luego cortamos el tilín en dos partes para ajustarlo a la hoya que Berta ya poseía.
El siguiente paso fue tapar el lado abierto que quedó luego del corte. Para esto utilizamos una de las partes que quedó de la otra mitad del tilín y abrir la cara donde se ubicaría la puerta del horno. Sellamos todos los orificios por donde podía perderse temperatura. Para esto utilizamos maderas con periódicos y pegamento para madera.
Luego comenzamos a pensar como sería el fondo de la caja y que aislante térmico utilizaríamos.
Encontramos que Berta tenía poliestireno expandido y hojas de periódico. En el fondo colocamos una pieza metálica para concentrar temperatura y una estructura de madera que tenía el tilín que nos serviría para clavar las paredes inclinadas del horno.
Revestimos todas las caras interiores de la caja con el poliestireno y periódicos arrugados. Una vez que tuvimos todo cubierto, comenzamos a generar las paredes y el fondo del horno. Para esto utilizamos madera terciada y sellamos todos los posibles orificios con periódico y pegamento para madera. Una vez seco, pintamos de negro el interior utilizando lo poco que nos quedaba de pintura asfáltica que Berta había utilizado para la puerta de su casa.
El siguiente paso fue generar la puerta-ventana, para esta utilizamos una estructura de hierro que tenía el tilín y unos perfiles de madera que Berta ya tenía. Con los vidrios tuvimos la suerte de que Berta también ya los tenía y solo los cortamos a medida. A uno de ellos que no tenía la dimensión que necesitábamos, le adosamos otro pedazo y lo sellamos con silicona.
A esta etapa podríamos llamarla: un golpe de suerte. Berta tenía un pomo de silicona usado, "siempre queda algo en el fondo". Para sacarla utilizamos un martillo para hacer presión hasta que salga lo que quedaba.
Luego necesitabamos un poco más, cortamos el pomo y sacamos lo último que le quedaba.
Comenzamos a pensar como sellaríamos las uniones de la ventana con las imperfecciones de la caja. Para esto utilizamos dos perfiles que tenía el tilín y encontramos que Berta tenía una goma espuma de poliuretano. Esta nos serviría para aislar la puerta del horno. La espuma la pegamos a los perfiles y a la caja con un pegamento de contacto que Berta ya tenía.
Por último los detalles:
Para las bisagras de la puerta usamos unos plásticos que tenía el tilín y para el herraje de la puerta utilizamos una manguera vieja y por dentro le metimos una cinta métrica rota.
Esta es la imagen final del horno de Berta (El Tilín). Por razones de tiempo nos quedó pendiente construir unos reflectores solares para mejorar el rendimiento.
Estas fueron las herramientas, los pegamentos y la pintura utilizada.
Cumplimos nuestro objetivo de no comprar nada y tuvimos la suerte de no usar energía eléctrica.
En el recuerdo quedaron amaneceres súper helados y escarchados del altiplano boliviano, esperando que salga el sol, nos caliente y entregue toda su energía.
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Una pregunta Berta: ¿Porque en Bolivia le dicen Tilín a estos aparatos?
Porque hacen ese ruido, tilín, tilín...
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¡Gracias Berta por abrirme tu hogar, darme tu confianza y la de tu familia!